lunes, 4 de noviembre de 2024

AHI QUEDA LA CUENTA

 

La noche de una fecha ubicada en el paro petrolero del 2002, Neptalí Vázquez tuvo el atrevimiento de invitar a Said, Kike y su hermano Pedro a tomar unas cervezas en el local que venía impulsando con muchos sacrificios en el centro comercial del este. Las latas de las águilas ya arrugadas por la fuerza de la sed, marcaban el final de una jornada futbolística en la cancha anexa del estadio polideportivo donde celebramos un juego más con el conjunto de Locutores. Un equipo que se amoldaba a todo, incluso, las goleadas.

Las condiciones políticas que se vivían en Venezuela, luego del fallido intento de golpe de estado y la dura posición asumida por Hugo Chávez, había producido un paro en la industria petrolera nacional que pretendío, entre otras cosas, forzar el colapso del gobierno chavista.

La escases de productos de primera necesidad, entre ellos la venta libre de cervezas, amplió el contrabando de productos colombianos que se comercializaban en los mercados de la ciudad con muy pocas regulaciones.

La colecta alcanzó para dos cajas de cerveza águila que fueron despachadas de un sorbete. Kike, con fama de gastar poco, lanzó el anzuelo que rápidamente reforzó Said, para ir a otra parte a buscar cervezas. La ley seca impuesta en el estado daba muy pocas opciones a los sedientos pichirres que, aún con esa fama, encontró rápida respuesta en Neptalí que se avivo a ofrecer su local para que fueran a consumir.

Me apresuré a tomar mi vehículo para irme a casa, ante la inminente disolución de la celebración. Said se asomó por la ventanilla del copiloto y me dijo, “marica vamos que Neptalí nos esta invitando para su local”, ante mi indecisión abrió la puerta y se arrellanó e inmediatamente invitó a Kike quien, luego de algunas frases toreras de despedida subió a la parte trasera, haciendo chistes de quien iba a pagar la cuenta.

La incógnita prevalece y eso quería preguntarle a Said el pasado 4 de diciembre cuando sus restos fueron introducidos en el vagón mortuorio. Venía viajando del exterior cuando me enteré del fallecimiento del "mataor" y por supuesto, aunque no éramos manifiestos amigos, en algunas oportunidades me llamaba en horas de la madrugada para charlar algo de su repertorio.

Muchas veces compartimos trabajo en la Vuelta al Táchira y otros eventos deportivos donde, desde nuestras responsabilidades, rajábamos de alguien del medio.

En algún tiempo nos dimos por comentar de bohemia. Said era de esos inconformes que disfrutaban de las letras de Joaquín Sabina, Serrat, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y otros cantantes folclóricos del continente.

 “Entre un hola y un adiós”, la ocurrente composición del Nano Serrat dice “por más que alargué los brazos, nunca te llegué a tocar”. Conservé la esperanza de verle en los últimos instantes que solicitan los familiares al culminar las exequias, pero nadie se atrevió.

Adiós Said, ahí queda la cuenta, también sus recuerdos. Dale Mataor…