domingo, 14 de octubre de 2018

RECADO A MAMITA CRISTINA

PREFACIO.. Hoy, 14 de octubre de 2018, dejo constancia que después de preguntar e indagar en muchos papeles, encontré las letras que desde el 2012  estuve buscando en cualquier dispositivo para plasmarlo en este block, que sirve de válvula de escape a nuestro empeño de escribir algo. Lo encontré fácil. Solo pregunté al buscador de mi correo y ahí apareció. Cosas que uno no entiende...
Pero, como lo encontré, lo agrego...




Me tocó que buscar las líneas que le escribí a la vieja Catalina para no repetir las frases que leímos en presencia tuya, aquel diciembre del 2008. Era una prosa en resumen de las cosas y vivencias que rodearon la vida de nuestra querida nona… sí… tu mamá, la que te siguió a todas partes con esa carga de muchachos. Esa noche soñaste con ella y al otro día estuviste radiante de alegría porque, a pesar de la bullaranga de cualquier 24 o 31 de diciembre, habías logrado hablar con la vieja Cata, a través de ese contacto mágico de la imaginación. Ese tip no lo sabía mucha gente, pero me tocó  escribirlo este jueves cuando ya te había visto allí puesta sobre esa sala, recibiendo lo que sembraste durante toda tu vida. Te vi serena, tranquila, más bien algo pintada para la ocasión. No me atreví a decirte nada por lo de las cejas y el perfume porque estabas profundamente dormida. Tal vez, abriéndote paso, entre esa gran multitud que acudió a recibirte, igual como te lo leías cada mañana, cuando repasabas las lecturas de tus libros sagrados.
Así se consumieron tus 81 años, llenos de ajetreos, de responsabilidades cumplidas, de amores dispersos, teniendo como premisa hacer el bien, sin importar a quien. Por eso tu casa, después el apartamento, se convirtió en el sitio obligado de citas de quienes querían reír y desahogar su espíritu. Ahí estaba siempre “Mamita Cristina”, presta a ponerles el hombro o a dar un mendrugo de pan por la ventana, al desasistido del día.
 Y, si de  tirar  piedritas era el asunto, entonces recurrías a tu variado repertorio de píldoras que muchas veces ponían de sobresalto a los descarrilados.
Si, mami,… esa es un poco parte de esta historia que hoy se cierra y nos deja huérfanos de tu presencia pero con la imborrable huella de unión y de paz  que siempre irradiaste entre los tuyos.  Como ya  sabes, hablaremos de ti el tiempo que nos queda para  conocer más de tu sencilla manera de entender la vida. Gracias por ese ejemplo de mujer. Estoy seguro que si la humanidad conociera de lo que fuiste capaz de construir hoy se derramara una lágrima colectiva por esta irreparable perdida. Chao Mama….