jueves, 25 de junio de 2015

TEXTOS ESCRITOS PARA ESE MOMENTO


CATALINA NOS DEJÓ
(escrito en 2007)

La muerte es fea, como dijo Temiño, y sin querer volvimos a verle el rostro con la lamentable desaparición de la mimada Catalina. Se extinguió como una velita, como un soplo leve que se expande en el vacío y nos impacta como una pesada roca. La vieja “Cata”, apenas uno de los muchos apellidos que se ganó durante su larga travesía por este mundo, fue de las imprescindibles, en el concepto seco y lato de Bertold Brech. No encontramos magnificencia en cada uno de los 99 años que acumuló, sin embargo, las dotes de solidaridad con sus semejantes marcaron su ser. Era uno de esos obreros de la cotidianidad que van cimentando, acción tras acción, los grandes monumentos que permiten hacer numerosas extensiones generacionales de hijos, nietos, bisnietos y tataranietos con valores profundamente orientados al progreso, al trabajo, a la convivencia, al disfrute pleno de la vida, entendiendo las reglas que regulan las tentaciones.
A la “Cata”, no le quedó tiempo para entender que la P con la A, rimaba Pa, se nos fue con la curiosidad de leer una oración, con el tropiezo de sus dedos para estampar una firma. Desde su infancia comprendió que no todos nacen para reyes y antes que esperar por su corona, juntó prodigiosamente sus manitas para moldear una bola de maíz que le permitió levantar 4 vástagos.
Ayer cuando me incliné sobre su frente para depositar un beso de gratitud, me invadió el temor de encontrarme con el aliento de la muerte fea, como dijo el presbítero, pero inmediatamente sentí que ese altivo plasma se descorría para dejarme ver un perfecto desfile de refranes, enseñanzas, sabidurías, anécdotas, cuentos de caminos, recetas de cocina, mamaderas de gallo y por último sus valores, valores de vida ejemplar, de sacrificio en pos de conseguir que las nuevas generaciones sigan la senda de servir y ser cada día mejores para quienes los necesitan.
Catalina escogió la resaca que nos había dejado el triunfo de la vinotinto y sin muchos aspavientos decidió cerrar su ciclo de vida en manos de su siempre compañera. Eran las 10 de la mañana de un primero de julio de 2007. La noche anterior se habían desbordado los festejos en las calles de San Cristóbal por el triunfo de la selección nacional ante Perú, en el marco de la Copa América. No quiso presumir de aguafiestas y aguantó hasta que el último fanático nacional se marchará a su hogar para extinguir su vida prodiga de razones. Nos dejó con el plan a medias para celebrarle los 100 años.

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