miércoles, 28 de agosto de 2013

LA PARÁBOLA DEL LUGAR COMÚN

HUGO HERNÁNDEZ

El Deportivo Táchira cedió 2 puntos en su feudo de Pueblo Nuevo  y muchos comentaristas  de radio dijeron que la perdida no debía preocupar  a la afición, puesto que si pierde el Real Madrid en el Santiago Bernabeu, tranquilamente el carrusel negriamarillo puede empatar en casa.
La parábola puede tener sentido cuando se trata de un equipo fuertemente arraigado en los resultados  que le preceden, pero puede carecer de él, cuando estamos frente a un conjunto, con una profunda crisis de resultados en los últimos años, que ha tenido que ver una procesión de técnicos en el banquillo y que actualmente pierde el contacto con el lote de conjuntos nacionales que en los tiempos inmediatos, han estado repartiéndose los cupos a Copa Libertadores.
Sin duda, un gran tropezón porque el Deportivo Táchira no podía ceder  2 puntos jugando en casa, con un equipo de medio pelo  y que venía  de perder sus dos primeras presentaciones en el recién iniciado torneo criollo.
Los españoles dicen que “la duda ofende”, pero también, el refrán criollo nos indica que “al picado de culebra, hasta los lagartijos lo asustan” y, precisamente ese es el temor que nos asalta desde hace varios años, en los cuales, nos hemos manejado entre suposiciones.
La nómina del Deportivo Táchira dobla o triplica en salarios a la de  Petare. Eso sería una condición suficiente para haber asegurado los tres puntos, jugando de local y con el buen arranque que tuvo el equipo en esta campaña, hasta el juego del domingo cuando  se produjo el tropezón.
No, nos vamos a conformar con las célebres  frases de los jugadores que con decir, hay que  pasar la página, ya tienen para justificar el mal resultado obtenido por el aurinegro el pasado domingo.
El equipo debe ganar en Pueblo Nuevo  y, debe ganar bien, para que no queden dudas de que el Deportivo Táchira es un equipo grande, como se acostumbra a decir, cuando estamos confrontando puntos de vista con alguien que respalde  una opción diferente.

El empate ante Petare, nos mueve a preguntarnos,  qué pasó con la mejor pretemporada realizada por club venezolano. También revive los miedos y cierra el entusiasmo de la gente por aumentar el número de personas en el recinto de Pueblo Nuevo. 

lunes, 12 de agosto de 2013


DEPORTIVO TÁCHIRA GANÓ COJEANDO
PRIMER ENCUENTRO DEL APERTURA 2013

HUGO HERNÁNDEZ

El Deportivo Táchira consiguió su primera  victoria, en el primer día del campeonato,  a costa de un rival, que si bien mostró algunos argumentos, con jugadores  que  ya dejan sus últimos toques en el  gramado, no convenció del todo a un cuarto de su afición que apostó por renovar su fe, en el técnico Daniel Farías.
El aurinegro demostró algunas contundencias, si dejar de exhibir los enormes agujeros que le alejan del favoritismo  de contarse entre los mejores del fútbol nacional. Un sistema defensivo  que vuelve tras los errores cometidos, además de ocultar la intencionalidad del juego táctico que desea alcanzar el  técnico oriental.
El conjunto, a punta de  las ganas que le infundieron sus máximas figuras,  Joandry Orozco y César González, quienes se dieron el lujo de encandilar a la tribuna,  con destellos de buen fútbol, soportaron el mayor  peso del encuentro  que por momentos se les fue de las manos cuando, al inicio, recibieron un  gol tempranero de parte de los guaireños.
Táchira mantuvo la calma y al minuto 12 del primer tiempo, un tiro libre cobrado por González fue a incrustarse  en la margen  izquierda del cancerbero Renny Vega para emparejar las acciones a 1 por lado. Una habilitación de Agnel  Flores al mismo González, le  dio la ventaja parcial al conjunto aurinegro  que rubricó su victoria con un disparo promocional de Gelmin Rivas, cuando apenas  habían transcurrido 3 minutos del segundo tiempo.
El 3 a 1,  a favor de los de casa, puso  al descubierto la poca fortaleza del conjunto de Daniel Farías para manejar resultados, cuando la ventaja es pírrica. Deportivo La Guaira examinó a fondo el tejido nervioso de los casaca amarilla, de lo cual  se puede  especular, que si los del litoral hubieran conseguido un gol, las cosas,  posiblemente se les fueran  ido de las manos.
El futuro inmediato nos pide guardar prudencia, debido a pequeños detalles  que surgieron alrededor del encuentro por ejemplo, la cantidad de lesiones que arrastró Táchira al final del compromiso. La poca profundidad  que tiene la banca aurinegra, lo cual lo deja dependiendo de que sus grandes figuras se mantengan sanos y sin amonestaciones.
Otro detalle particular alrededor del compromiso lo constituyó el espectáculo del entretiempo, lo cual nos devuelve a la época de las promociones políticas en el escenario de Pueblo Nuevo.
Montar  un espectáculo de caballos para promocionar el interés que tiene el gobierno regional  por la Feria Internacional de San Sebastián, en medio de un evento futbolístico, nos dejó fuera de lugar. Es un kitsh de esos que  a menudo  se les ocurre a los consejeros políticos para tratar de forzar una popularidad que no se consigue por ningún lado.
Táchira tiene 3 puntos, igual que los conseguidos en la luna de miel del técnico Farías en la temporada pasada. La suerte de el carrousel  va depender mucho del convencimiento y el compromiso que demuestren sus principales figuras con una camiseta que aprieta y exige.

viernes, 24 de mayo de 2013

PENALTY EN EL CIRCULO CENTRAL


PENALTY EN EL CIRCULO CENTRAL

Era un arbitro chiquito en un                           
partido de revancha
aqui está el pito
lo demás quedó en la cancha…
(Es de un escritor que no recuerdo su nombre)

Antonio Chacón era caficultor y le gustaba disfrutar sus días libres mirando los juegos de fútbol en la cancha binacional de Delicias, llamada así para mantener en paz las relaciones internacionales entre colombianos y venezolanos, pues la explanada quedaba exactamente en la línea divisoria de ambos países, dándose el fenómeno de que el arco norte  quedaba en Colombia y el sur en Venezuela. 
Cada  domingo por  la mañana lo asaltaba la pasión de caminar el largo trecho que lo separaba  del promontorio amarillento donde se escenificaban “los mejores juegos de fútbol  del mundo”,  para  sentarse, cerca del kiosko de  cerveza, a ver los encuentros  de la liga municipal  y a  escuchar los comentarios de los que entendían,  mas allá de las patadas y las mentadas de madre,  que se decían  los jugadores.
Para Antonio no había más allá después de  su jornal de trabajo semanal que se resumía en cuidar los cafetos  del viejo Fabian - mascador de chimó y  malas pulgas-  que presumía de sus pimpollos rojos, a los cuales apostaba gritando que eran los más aromáticos de la región. Desde los  fríos  y feos  amaneceres de los lunes, producto de la resaca  de los juegos de fútbol dominicales, Antonio se dejaba caer sobre cada arbusto y procedía a librarlo de las pestes, los insectos  y las malas corrientes de la montaña. Taciturno, casi imperceptible, les iba narrando a los arbolitos, las jugadas  de la jornada dominical, destacando los goles, con un gritico ahogado,  hacia adentro  de su estómago…“gooolll” de Ragonvalia, “Gooooooooll del bombillo Heriberto” y , así continuaba su monologado espectáculo hasta sentirse bien retirado de la casa y de la mirada de Don Fabian. Una vez, bien adentro de los cafetales, el brasero bienportado iniciaba  el segundo tiempo, sin dejar un momento de trabajar. Su delgada figura se contorsionaba alrededor de cada rama, mientras sus manos no paraban de revisar los frutos rojos. Entrelazaba las piernas repetidamente copiando las fintas de sus visiones. De repente se llevaba la mano a la boca y pitaba una falta en contra del viento. El mismo mandaba a reanudar la acción. Antonio narraba, jugaba, pitaba y aplaudía, todo a la vez, frente a ese público verde y hojeado que lo escrutaba y agradecía sus cuidados.  Quizás, por ese fervor,  no entendió mucho la golpiza que mantenía al bodeguero Agapito al borde de la muerte, al ser embestido por la turba de jugadores de Herrán  cuando éste hizo sonar el silbato enérgicamente en el círculo central del terreno y se encaminó resueltamente hacia la portería del equipo visitante extendiendo su dedo índice en dirección de la mancha de cal que señalaba el punto penal. Los jugadores del “Independiente Delicias”,  tampoco atinaban a adivinar que era lo que pitaba el señor  Agapito, quien los  domingos dejaba la bodega al cuidado de su mujer y se trajeaba de negro para  ejercer la autoridad en el campo de fútbol. La tensión se hizo insoportable y los jugadores de  ambos equipos esperaban la última palabra del bodeguero. Sabían que el entrecejado mediocampista de Herrán había golpeado con el codo al “zurdo Gabriel”, cuando el habilidoso ariete le había dejado con las piernas abiertas, en los  predios del círculo central, pero, el juez decidió que era penalty. Agapito pidió el balón, lo estrujó entre su antebrazo y el redondel de grasa que rodeaba su cuerpo y en trotecito  se dirigió hasta la  mancha  de cal para  comprobar los 12 pasos que separan el punto,  de la raya de meta. Estiró el paso y contó uno, dos….Antonio, alzó la cabeza desde el kiosko de las frías para tratar de saber a que se debía el entresijo de manos que se empezaron a mover  alrededor del cuerpo del bodeguero, antes de que éste marcara el tercer paso. Los dos policías encargados de la seguridad  del lado venezolano, no se atrevían a parar  la golpiza debido a que la misma se había producido del  lado colombiano.
Agapito superó el coma y se incorporó a su bodega luego de 5 meses de convalecencia. El uniforme negro de Agapito fue donado por su mujer para vestir  un año viejo. La pregunta obligada de porqué había pitado el penal fuera del área de las 18, no fue  respondida  sino hasta 4 años después, en el cumpleaños de su nieta, cuando en medio de la borrachera balbuceó ..jueputa porque le pegó muy duro al pelao…

EN EL TERRENO DE LOS METAFISICO


EN EL TERRENO  DE LO METAFÍSICO

HUGO HERNÀNDEZ

Lo del Deportivo Táchira hay buscarlo en los terrenos de la metafísica o los conjuros, que son más conocidos en el lenguaje futbolístico. Algunos jugadores juegan a cábalas y sortilegios para darse confianza en la cancha. Según cuenta, Eduardo Galeano, en su Fútbol a Sol y Sombra, que algunos delanteros entran al terreno, antes del inicio del compromiso y anotan varios goles, con el artificio  de quitarse la mavita que se pega a los botines.
Habrá que preguntarle a Carlos Maldonado o a Jorge Luis Pinto, los dos antecesores del trío de la desgracia, si fue que enterraron un gato negro y pusieron gotas de azogue cerca de la cancha. Si mandaron a realizar una misa negra o sacrificaron algún animal para desearle los males del mundo al carrusel aurinegro. Todo eso y más para rescatar la senda ganadora de la divisa que más adeptos tiene en el fútbol profesional venezolano. 
Eso de estar vociferando que el técnico  Farías se equivocó en los cambios, también se lo endilgaron a Chuy Vera y después a Manolo Contreras. Que si Gerson Chacón y el sindicato dictaban las pautas internas  del club, también lo dijeron. Pero salieron de Gerson y de otros jugadores y los resultados siguen siendo pésimos, a pesar de contar en la actualidad con una de las mejores plantillas del torneo clausura.
Entonces, por donde empezamos a desenrollar el capote para solventar esta crisis de resultados que arrastra el aurinegro desde hace tres años, a pesar de los esfuerzos económicos que han hecho los propietarios.
Estamos a nivel de brujo, o de babalao, para comulgar con lo que está de moda en el país. La cosa está tan fea que ni siquiera podemos transpolar el  agujero negro a lo político, el lugar donde se lavan todas las culpas de los venezolanos. Se nos antoja que si Vielma tocó el redoblante de la Barra Sur y el equipo perdió el sendero ganador, pues no hay que olvidar que Pérez Vivas también se involucró con el equipo, con idénticos resultados.
De allí, que preferimos opinar, que el equipo está a nivel de exorcismo, de un sacadiablos que no sea familiar del seleccionador nacional y amigo incondicional del presidente de la Federación.
Ya las miradas y las ofertas económicas de los directivos tachirenses empiezan a otear en el horizonte al técnico que quede campeón de la temporada, como ha sido, la costumbre de las últimas zafras. Nos hemos convertido en pájaros negros, de esos que esperan que los demás construyan el nido para venir a derribárselos. Esa es nuestra agonía.. 

lunes, 4 de marzo de 2013

TIEMPO DE CONJETURAS

Hugo Hernández

Caímos en el terreno de las conjeturas, quedamos a merced de si el Caracas empata y Anzoátegui pierde en la próxima fecha, podemos tener chance. Pero, eso no es suficiente, tenemos que ligar que el colero Estudiantes le saque un empate a El Vigía para no caer en los que están optando por el descenso.
Así quedaron las cosas, luego del empate que el Deportivo Táchira obtuvo este domingo frente al puntero del torneo clausura Trujillanos, que sin tener una nómina de renombrados, prolongó los malos resultados  del equipo del menor de los Farías, que venía precedido de esa aureola que a veces los tiempos del fútbol provee.
Escribo esta nota sin saber que dijo el técnico tachirense en la rueda de prensa. Para mí no hay excusas para el resultado. Trujillanos hizo el trabajo que tiene que hacer un visitante y para no llegar al terreno de los verbos condicionales, pudo haber ganado el compromiso, pues fue más incisivo  en  las llegadas al arco.
Táchira logra un punto de 9 posibles, en  las tres últimas fechas, teniendo en cuenta que 2 de ellas fue  jugando de local. Con estos reveses en el buzón  aurinegro, ya no será en la fecha 16, cuando se lance  el grito de campeón, tal y como lo venía vociferando el técnico Farías, pensando en los resultados que obtuvo con Anzoátegui, en el torneo apertura.
Táchira tendrá que justificar la millonaria inversión realizada en su plantilla y el proyecto fraguado por manos poderosas con el objetivo de conseguir la añorada estrella, esquiva a la actual junta directiva, la cual ha contado con todos los recursos sin producir los resultados que la desilusionada afición se en encuentra a la espera.
El descontento ya se asoma en los cientos de fanáticos que compran el bono justamente donde pueden decirle a los técnicos, de forma directa, cual es el termómetro del estadio. Esos gritos ya los sintieron Pinto, Chuy Vera, Manolo Contreras y este domingo pudimos oír como el técnico Farías recibía sus primeras caricias verbales después de su empate de local.
Si ganamos en la próxima fecha y Trujillanos pierde, puede que quedemos a tres puntos, pero Caracas tiene que perder y Estudiantes hacer cualquier cosa, si se retiran todos, entonces Táchira podrá ser campeón. Para esas quedamos…

miércoles, 20 de febrero de 2013

SINDROME DE ESTADIO ASISTIDO

Hugo Hernández
El síndrome de estadio asistido, debería ser el nombre del fenómeno que sucede cada vez que el Deportivo Táchira logra convocar a un buen número de asistentes a las gradas y el equipo visitante se queda  con la victoria.
Lo sucedido el domingo contra Mineros  se ha repetido  en muchas oportunidades,  cuando  el carrusel  negriamarillo  enfila un rumbo victorioso, lleno de optimismo por los resultados conseguidos en el  pasado inmediato.
Entonces, tanto el aficionado duro, ese que asiste consuetudinariamente, aun en los peores trances del equipo, junto al  eventual o aluvional, aquel que se arrima por la taquilla cuando el conjunto aurinegro goza de buena salud en la tabla y también el pantallero, el que solamente se ve cuando sabe que el caché está en decir que estuvo el domingo en el estadio, colman el graderío, para vivir la angustiante pesadilla  de  ver los gestos de desplante de los jugadores contrarios celebrando  por todo lo alto la primera conquista de la tarde.
No es cuento la enervación que surge en la base del cerebelo  y se extiende a la  lengua  que quiere gritar algo y a los  brazos que quieren lanzar  algo,  contra esas permisividades  que  da el Deportivo Táchira  a quien  se supone debe ser el gran sacrificado del  circo.
No es nuevo esto de poner la fiesta  y  que los visitantes  vengan y  nos bailen, se cuadren  con la quinceañera, nos tomen los tragos y  hasta se  coman los pasapalos.  Esos son los síntomas del síndrome de estadio asistido.
Decir que el balón no quiso entrar, que  lo delanteros tachirenses estaban  nerviosos  porque no estaban  acostumbrados  a jugar con un estadio lleno, que la fortuna les sonrió a ellos y no a los dueños de casa, son frases trilladas que siempre ha  encontrado acomodo en los espacios de la derrota tachirense.
Una  de las peores frustraciones  que sienten  los que van al estadio es  observar  la forma alevosa y premeditada utilizada en nuestro fútbol para detener el ritmo del espectáculo.  Simulaciones, trampas, engaños, retardo en la entrega de los balones, cuando se trata de los visitantes, son algunas de las cosas  que tienen  que soportar  las personas que pagan el salario de los jugadores.
En el partido frente a Mineros, casi apostamos que el síndrome de estadio asistido llegaría a su final  por la cantidad de piezas importantes contratadas por el carrusel fronterizo para esta temporada. Sin embargo, la historia volvió a demostrarnos que sabe más el diablo por viejo y Richard Páez  se comió al imberbe.