Debo confesar que esta fábula, la más
deliciosa representación de muchos en la
actualidad, cuando el destino les da la espalda, fue la carta de presentación
del excelente Gabriel Ugas, profesor de
la cátedra de formación a la
investigación periodística e insigne epístemologo de la Universidad de Los
Andes, entonces, cuando empezamos a
cursar su materia de la cual guardamos los mejores recuerdos. Ergo, debo acotar, que nunca le pedí a Gabriel que
me la volviera a contar. Fue años después que leyendo la columna de Jesús Eduardo Brando en el Nacional la sorpresa me
invadió al encontrarme con el relato anhelado.
Disculpen los excesos, pero valen la pena...
“Un pollito corre al descampado, esquivando
la sombra de un feroz gavilán que lo
codicia, que lo desea y ansía saborearlo con fruición. Sus cortas patas le
aseguran una muerte inmediata, no podrá igualar la velocidad del vuelo de su
enemigo, sabe que su cuerpo va a ser destrozado de un solo zarpazo si no
encuentra refugio inmediatamente. Pero, la suerte le sonríe. Advierte un bulto
enorme que se desplaza con lentitud, debajo del cual puede resguardarse. Y así
lo hace. Es una vaca, que para mayor fortuna, se detiene con cierta complicidad
involuntaria. El pollito amaga hacia la derecha y ahora hacia la izquierda,
despista a su perseguidor, y se mete entre las patas del animal. Se siente
protegido, descansa, se siente triunfante, invencible. El gavilán aguarda,
gira, gira y gira sobre su blanco. De pronto, como en la vida política -,
cuando el combate se pensaba decidido, el cuerpo de la vaca se estremece y
descarga una inmensa bosta que cubre por completo el cuerpo del pollito, para luego proseguir su lenta marcha. El
pollito, asqueado, decide sacar la
cabeza de aquel amasijo maloliente, y en ese preciso instante, descubre que la
vaca está lejos y las garras del gavilán ya le acarician las plumas, y es
devorado.
Las moralejas, nos decía el temido Ugas, son las siguientes:
no todo el que te hecha mierda es tu enemigo , no todo el que te saca de la
mierda es tu amigo ; y finalmente , cuando estés con la mierda al cuello , no
digas ni pío”. Más elocuencia no se
puede....
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